Romance de la Venta del Ánima Perdida
Cuentan las crónicas, mi señor, que
Modesto abandonó la Venta presa de la desesperación. Pensó en volver a casa,
desandar camino y buscar consuelo en su recogimiento. Y dicen que las lágrimas
corrían por sus mejillas y que bajo un roble se arrodilló y rezó a la Virgen de
Carballeda, que era su gran devoción. Y luego decidió apurar la senda hasta el
final, pues sólo el dinero prestado salvaría su situación. Y cuentan también
que Modesto llegó en Galicia ante la puerta del prestamista, y que llamó y no
le abrieron, le confundieron con un pordiosero. Quiso explicar que lo tuvieron
cautivo una semana, a pan y agua mantenido y sin poder asearse en una
palangana. Entonces le soltaron los perros.
Modesto regresó allí donde vivía sumido en negra tiniebla, pues los que cobrarle querían en llegar no tardarían; sus hijitas y su esposa no lo podrían consolar. Mas vos sabéis que siempre hay gente mala y algunos vecinos del lugar decían “mira éste cómo anda por estirar más el brazo que la manga”. Y cuando llegó el día aciago y lo citaron en el juzgado, Modesto volvió a tomar camino, hacia la Villa esta vez, pero quiso dar un rodeo y pasarse por Rionegro y ante su Virgen postrarse y rezarle, al menos, un Credo. Luego continuó por las riberas del Tera pasando por Codesal, Sandín y Robledo.
Modesto regresó allí donde vivía sumido en negra tiniebla, pues los que cobrarle querían en llegar no tardarían; sus hijitas y su esposa no lo podrían consolar. Mas vos sabéis que siempre hay gente mala y algunos vecinos del lugar decían “mira éste cómo anda por estirar más el brazo que la manga”. Y cuando llegó el día aciago y lo citaron en el juzgado, Modesto volvió a tomar camino, hacia la Villa esta vez, pero quiso dar un rodeo y pasarse por Rionegro y ante su Virgen postrarse y rezarle, al menos, un Credo. Luego continuó por las riberas del Tera pasando por Codesal, Sandín y Robledo.
Divisando Ungilde se cruzó con un
caballero: iba tan abstraído que casi cayó a las pezuñas de su cabalgadura.
“¡Voto a tal, paisano! ¿No tenéis ojos en esa cara tan dura?” Modesto reparó
entonces en su presencia: el jinete vestía todo de negro, negro su pelo, negra
su montura; lucía una barba bien recortada, el gesto adusto, los ojos
entrecerrados guardaban su mirada. “Disculpadme, señor: tengo tantas cuitas en
la mollera que no puse mi atención en la carretera”. Inquiriole el otro por sus
problemas y Modesto se los contó. “Amigo” - contesta - “Voy a hacer algo por
vos: debéis llegar a la Puebla y plantaros ante el juez. Decidle que yo, Luis
Ceferino, soy vuestro defensor. Que aguarde mi llegada, aunque pudiera tardar,
porque es importante que me escuche antes de sentencia dictar. Decillu
bien alto: Luis Ceferino, os habéis de acordar”.
Y Modesto lo hizo tal como el caballero
lo dijo: llegó a la Puebla, entró en el tribunal y al juez pidió la venia para
un tiempo aguardar. Ya van sonando cuartos, ya van sonando las medias, ya
el demandante se viene a protestar, ya el juez y el secretario se empiezan a
encenegar; se abre entonces ya la puerta y entra Luis Ceferino con un donaire
sin par. “Disculpen vuesas mercedes por lo que les he hecho esperar, mas he
estado ocupado con las pruebas que ahora quiero mostrar. Estuve cociendo
habones y luego los fui a sembrar y quise dejarlos bien regados antes de venir
para los juzgados” “¡Hola! Espera que esperarás y nos llega este tarado” - se
oyó decir al posadero - “Nunca en la tierra ha germinado lo que en la olla ya
ha sido cocinado” Luis Ceferino se giró triunfante: “¡Ay, tunante! ¡Ni jamás
dos pollas nacieron después de que se frieron! Sin pollas no hay huevos y sin
huevo no hay gallina; sin gallinas para vender no hay monedas para coger y sin
monedas cogidas no hay tierras ni alquiladas ni vendidas... y así, sin
límite ninguno. Si es cierto que mi habón no germina, de tu huevo tampoco
habrá gallina y éste es mi alegato final contra acusación tan dañina”.
Allí acabó el juicio, mi señor, y uno por uno abandonaron la sala. Dicen que en la Costanilla Luis Ceferino alcanzó al ventero del Ánima Perdida: “La Justicia de este mundo te ha dejado en libertad, pero en el día de tu muerte yo te volveré a buscar” y riendo marchó para el Azogue do su caballo tenía en esa posada que llaman la Posada de la Villa. A grandes voces llamole Modesto, que por la cuesta corría, a agradecerle su elocuencia antes de la despedida.
Allí acabó el juicio, mi señor, y uno por uno abandonaron la sala. Dicen que en la Costanilla Luis Ceferino alcanzó al ventero del Ánima Perdida: “La Justicia de este mundo te ha dejado en libertad, pero en el día de tu muerte yo te volveré a buscar” y riendo marchó para el Azogue do su caballo tenía en esa posada que llaman la Posada de la Villa. A grandes voces llamole Modesto, que por la cuesta corría, a agradecerle su elocuencia antes de la despedida.
“Pobre cuitado” - contestole el
caballero, ya subido en la su silla – “Por vestirme de abogado yo ya he sido
bien pagado. Antes de encontrarte con el mesonero, cerca de tu casa había a
quien buen dinero debías: me convocaron, un alma infame me presentaron. No
quisieron que otro antes mordiera del plato que ya está en su mesa. Te tienen
los colmillos en las gorjas y ahora vendrán por tu bolsa, y tras tu bolsa tu
hacienda y todo cuanto ganaste trabajando tu vida entera. Decís aquí en la
tierra que la mancha de la mora, con mora verde se quita; en los infiernos
decimos que el lobo que muerde primero come delante del compañero”.
Y aquí, mi príncipe, daremos fin a este cuento; aunque de Modesto la historia sigue y sigue, bien es cierto, permitidme que me calle justo en este momento, antes que vuelva a casa y tope con los usureros, aquellos de su comarca que le prestaron dinero.
Y aquí, mi príncipe, daremos fin a este cuento; aunque de Modesto la historia sigue y sigue, bien es cierto, permitidme que me calle justo en este momento, antes que vuelva a casa y tope con los usureros, aquellos de su comarca que le prestaron dinero.
EL PROFETA
RAMÓN DE LA CALLE E.
4 comentarios:
Una leyenda que podría aplicarse hoy a unos cuantos...
Vuelvo a desearte Ramón que tengas un buen año y ánimo.
Un abrazo
Gracias amiga me pondré al día ya recupere mi blog estoy muy contento. Otra vez gracias
¡Hola Ramón! Ya estoy aquí, y lo estaré mientras pueda, entretanto me he deleitado con esta estupenda leyenda.
Felicidades en este nuevo año, querido amigo, que el éxito te acompañe.
Un cariño enorme.
Una leyenda que se puede aplicar a varios....
Un gusto, como siempre, leerte!!!
Cariños...
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